18.1.08
8.1.07
Vergüenza me tendría que dar...
Solo puedo decirles que lo siento. Y que efectivamente se me cae la cara de vergüenza por maltratarles a ustedes, mis amados cuatro lectores, yéndome de vacaciones bloggeras sin avisar. Pretendo volver pronto y, como siempre digo, haciéndolo bien, pero siento que las oportunidades se agotan. Y que mi maltratada audiencia ya empieza a estar hasta los cojones de la permanente falta de actividad... Pero no les escribo para compadecerme. Uno sólo quiere darles las gracias porque sé que siguen ahí, consultando este inerte rincón del ciberespacio, antaño portal de sabiduría inútil, esperanzados de encontrar algo nuevo.
En estas semanas en blanco he dejado pasar post de libro, como los obituarios de Joseph Barbera o James Brown. En mi ausencia ustedes añadieron una cifra más a mi contador de visitas, que ya rebasa las diez mil, Sadam fue colgado como contribución a la libertad universal, se acabó tristemente la paz en Euskadi dejándonos a más de uno con caras mezcla de pena, estupidez y resignación y dejamos atrás otro año, el 2006 (cifra que todavía suena a futuro pero ya forma irremisiblemente parte del futuro).
Sea como fuere, diciembre fue un mes sentimentalmente extenuante para el que esto escribe y en este enero del año nuevo empiezo una nueva vida en una nueva ciudad. Como sugiere la foto que corona este post, London is calling. Ahora toca volver a encontrar un sitio, un trabajo, terminar la mudanza... inter shitty 2073 seguirá en mi cabeza, y espero volver a estar lo antes posible con todos ustedes. Y, de paso, tal vez encontrar la estabilidad que llevo buscando desde que acabé la universidad para poder estar más feliz y poder hacer mejor las cosas. Me consta que ustedes me entienden porque, igual que yo, también están buscando su lugar en este mundo.
Volviendo a disculparme, a darles las gracias por seguir ahí y con otro propósito de enmienda de por medio me despido hasta muy pronto, esperando que tengan un muy feliz 2007.
12.12.06
Pequeñas y grandes muertes de la historia de la música IV
Víctor Jara (1932 - 1973)
Los que nacímos en las últimas décadas del pasado siglo seguramente conocimos de la figura de este cantautor chileno a través de las batallitas y cintas de cassete de nuestros padres. Mi buen amigo Kulebras, con el que compartí hogar cinco años de mi vida, nos solía contar en las sobremesas de nuestras opíparas cenas universitarias como su madre le cantaba una canción de Jara, cuyo título no recuerdo, antes de irse a la cama, siendo él todavía un cachorrillo. Aunque ni mi familia ni yo hemos sido grandes amantes de la música de Jara, personalmente siempre me incliné más por Paco Ibáñez o Silvio Rodríguez, nunca olvidaré la primera vez que oí de la boca de perrolutxo senior la terrible historia de la muerte de esta víctima del odio, la ignorancia, el fanatismo, la ignominia, la desvergüenza... el fascismo.
El 12 de septiembre de 1973, Víctor Jara fue detenido junto a cientos de profesores y estudiantes de izquierdas en la Universidad Técnica de Santiago de Chile, donde había permanecido durante aquel fatídico 11 de septiembre del golpe militar. Cuando se le condujo, manos en nuca, al próximo Estadio de Chile, hoy Estadio Víctor Jara, el presidente Allende ya había muerto en el Palacio de la Moneda y los militares, apoyados por los Nixon y Kissinger que aquel momento gobernaban Estados Unidos, ya controlaban el país.
Miles de personas fueron salvajemente torturadas y asesinadas durante días en el palacio deportivo de la capital chilena. Víctor Jara, como personaje público fuertemente vinculado al gobierno derrocado y miembro del Partido Comunista, recibió un castigo ejemplar a base de palizas y vejaciones, tanto físicas como psíquicas. Antes de ser acribillado a balazos el 15 de septiembre, los militares tuvieron tiempo para ensañarse con su condición de músico. Mi padre me contó que le cortaron las manos (literalmente) y le invitaron a tocar una guitarra, aunque también se especuló con que le habían arrancado las uñas. La versión "oficial" señala que, en realidad, los militares rompieron los huesos de sus manos. Sea como fuere, el cantautor hizo lo propio y desafiante entonó una de sus muchas canciones revolucionarias, conocedor seguramente de su trágico destino.
Al día siguiente el cuerpo destrozado y sin vida de Víctor Jara fue abandonado en uno de los suburbios del Santiago ensangrentado.
Él fue solo una de las muchas almas que se llevaría la sangrienta y terrible operación Cóndor, puesta en marcha desde Washington. Esta pequeña pero gran muerte de la historia de la música requerida por la actualidad es un pequeño homenaje a los muertos del terror de aquel "otro" 11 de septiembre. A todos aquellos que los señores de negro quisieron relegar al olvido. Los mismos a los que Jara mentaba en el último poema que tuvo la oportunidad de escribir en el estadio que hoy lleva su nombre.
Somos cinco mil aquí.
En esta pequeña parte de la ciudad.
Somos cinco mil.
¿Cuántos somos en total
en las ciudades y en todo el país?
Somos aquí diez mil manos
que siembran y hacen andar las fábricas.
¡Cuánta humanidad
con hambre, frío, pánico, dolor,
presión moral, terror y locura!
Seis de los nuestros se perdieron
en el espacio de las estrellas.
Un muerto, un golpeado como jamás creí
se podría golpear a un ser humano.
Los otros cuatro quisieron quitarse todos los temores,
uno saltando al vacío,
otro golpeándose la cabeza contra el muro,
pero todos con la mirada fija de la muerte.
¡Qué espanto causa el rostro del fascismo!
Llevan a cabo sus planes con precisión artera
sin importarles nada.
La sangre para ellos son medallas.
La matanza es acto de heroísmo.
¿Es éste el mundo que creaste, Dios mío?
¿Para esto tus siete días de asombro y trabajo?
En estas cuatro murallas sólo existe un número que no progresa.
Que lentamente querrá la muerte.
Pero de pronto me golpea la consciencia
y veo esta marea sin latido
y veo el pulso de las máquinas
y los militares mostrando su rostro de matrona lleno de dulzura.
¿Y Méjico, Cuba, y el mundo?
¡Qué griten esta ignominia!
Somos diez mil manos que no producen.
¿Cuántos somos en toda la patria?
La sangre del Compañero Presidente
golpea más fuerte que bombas y metrallas.
Así golpeará nuestro puño nuevamente.
Canto, que mal me sales
cuando tengo que cantar espanto.
Espanto como el que vivo,
como el que muero, espanto.
De verme entre tantos y tantos m
omentos del infinito
en que el silencio y el grito
son las metas de este canto.
Lo que nunca vi,
lo que he sentido y lo que siento
hará brotar el momento....
Con la piel de gallina y otro mordisco más en mi renqueante estómago les dejo con este precioso post que Mycroft ha publicado al hilo de las circunstancias históricas que hoy vivimos y con esta fantástica editorial del boletín oficial del estado.
9.12.06
Pequeñas y grandes muertes de la historia de la música III
La famosa (y morbosa) foto que corona este post es el macabro documento que recoge el primer encuentro entre víctima y verdugo. A la izquierda de la imagen la celebrity, John Lennon, carismático músico inglés miembro en su día de los Beatles, firma una copia de su último disco Double Fantasy al fan desenfocado en segundo plano, Mark David Chapman, que contempla la caligrafía del rockero con sonrisa de cerdo. Son aproximadamente las cinco de la tarde del 8 de septiembre de 1980. John acaba de salir de su lujoso apartamento en el edificio Dakota, en Nueva York, camino del estudio de grabación.
La escena no es nueva. Pura rutina para una estrella de rock. Nada especial que apunte a que esta foto, tomada por un fan que pasaba por allí, vaya a ser, al día siguiente, portada de periódicos y publicaciones en todo el mundo. Una de las imágenes de la historia del rock, de la música... o de la historia contemporánea a secas.
Unas seis horas más tarde el perturbado con cara de puerco al que Lennon ha firmado un disco continúa escondido entre las sombras. La limusina del músico se detiene a unos metros de la puerta del Dakota. Yoko Ono pasa primero por la puerta de entrada del edificio, custodiada por el inevitable portero con bigote, gafas y sombrero. El músico, unos metros atrás, escucha su apellido en tono militar, "Mr. Lennon". El fan, colmado de paciencia y sangre fría, descarga a quemarropa el cargador de su revolver del calibre 38. Ante el estruendo, los pájaros huyen asustados de las cómodas ramas del cercano Central Park. John Lennon ha recibido cuatro disparos, uno de ellos mortal de necesidad en la vena aorta.
Antes de desplomarse al suelo, Lennon es capaz de dar unos pasos y espetar "Me han disparado" al portero de gafas, gorra y bigote. Chapman, consciente de su acto pero completamente tranquilo, se queda en las inmediaciones del Dakota, donde no tardará en ser detenido. Después de haber tirado el arma la policía cita como efectos personales una copia de El Guardian entre el centeno, que por lo visto estuvo releyendo antes y después de la fatídica hora, y 10 cintas de los Beatles. El portero pregunta a Chapman "¿Sabes lo que acabas de hacer?" Chapman responde sin titubeos "acabo de matar a John Lennon".
Los oficiales de la policía de Nueva York Bill Gamble y Jim Moran colocan el cuerpo de Lennon, todavía consciente, en la parte trasera de su vehículo. En el trayecto al Hospital Roosvelt, Moran pregunta a Lennon "¿Sabes quién eres?" John sólo podrá responder con balbuceos. Minutos más tarde, perderá para siempre la consciencia. Aproximadamente a las 23:35 será declarado muerto a la entrada del hospital. John había perdido el 80 por ciento de su masa sanguínea. El médico de guardia afirmó que nada se podría haber hecho para evitar la muerte.
El disco que Lennon firmaba cuando se tomó la primera foto, por cierto, es el vinilo más caro del mundo. En una subasta en Nueva York en 2003 se pagó más medio l millón de dólares por él. La historia también forma parte del capitalismo.
John Lennon (1940 - 1980)
más pequeñas y grandes muertes de la historia de la música aquí y aquí
Etiquetas: beatles
aproximadamente a esta hora hace 26 años...
De todos los youtubes que rescatan los informativos que narraron la muerte de John Lennon, de la que entre hoy y mañana se cumplen ya 26 años, he elegido éste, con un poco de trampa, pues en realidad, las imágenes datan del día después al asesinato. Éste es un comentario sensato en plena resaca informativa.
Sintiéndolo en el alma por todos los lectores que no pillen el inglés, no estoy por la labor de traducir las palabras de Bill Bonds, ni la voz en off que repasa la controvertida figura del músic inglés. Sin embargo, no puedo evitar recoger parte del commentary que Bonds le dedica a todo un ídolo de esta casa.
Después de confesarse deprimido y triste con la noticia y hacer la típica alabanza a la figura del músico (o entertainer) desaparecido, Bonds se refiere al asesino de John como un insignificante don nadie que arrastraba su locura y una pistola y que acabó con la vida de un hombre de 40 años, "cuando la vida realmente comienza" apunta Billy. Pero la madre del cordero viene solo un poco después: "Me pregunto cuándo América decidirá tomar control de las armas; cuántos de nosotros tenemos que morir asesinados antes de que eso ocurra. John Lennon, John Kennedy, Bob Kennedy, Martin Luther King (...) Periódicos, críticos, gente de todo el mundo pone su mirada hoy en América, para descubrir un lugar loco, brutal y bárbaro (...) Las armas son un signo de nuestra libertad, y tal vez un día, cada uno de nosotros tedrá una. Quizá ese día nos podamos ver tan bárbaros como nos debe estar viendo el resto del mundo. Tenemos tanto... ¿Para qué necesitaremos las malditas armas?"
Pese a que el discurso de marras tenga su punto ingénuo, yanqui y, por tanto, un poco demagógico, me quedé como dios cuando descubrí este documento. Puro Bowling for Columbine veinte años atrás. Por eso he estado esperando desde entonces para compartirlo con ustedes. Además, nunca había pensado que parte de la culpa de la muerte de Lennon fuera la mismísima política estadounidense y su cejijuntismo. Y yo pensando que la culpa de todo la tenía su viuda...
Si les pica la curiosidad también pueden echar un vistazo a las noticias de aquel 9 de diciembre de 1980 en las cadenas ABC (muy, muy bueno), WBBM y BBC.
3.12.06
Aperitivos mediáticos: ¿cuál es la parte más fea de tu cuerpo?
Mientras doy puerta a un post mediático y de actualidad que llevo rumiando toda una semana (y que, por tanto, me tiene hasta los cojones), ponganse cómodos y canten conmigo esta canción de The Mothers of Invention, un tema de 1968 que siempre me trae a la memoria a nuestro líder mundial preferido.
... what's the ugliest part of your body?
some say your nose...
some say your toes...
but I think it's your mind...
your mind, I think it's your mind
Porque la realidad siempre supera la ficción (perrolutxo dixit)
24.11.06
Parece que fue ayer (100 veces inter shitty)
Yesterday fue la primera canción que escuché de los Beatles siendo consciente de ello. Tal vez, por eso, cuando me preguntan cuál es mi canción preferida de los Beatles digo ésta sin pestañear. A veces completamente convencido y otras, arrepintiéndome un poco, pero intentanto evitar la terrible decisión... la respuesta honesta, en fin, cambia cada día. La inevitable historia personal que me une a esta canción es una de esas preciadas anécdotas frikis que uno guarda para ocasiones especiales, cenas navideñas. La típica que te da de contar después de unas (muchas) cervezas cuando uno ya cuenta las historias como el abuelo de la familia Simpson, sin intentan llegar a algún lugar concreto.
En mi casa no tuvimos minicadena hasta bien entrados los noventa, cuando yo tenía doce años o por ahí. Así entró en mi vida el compact disc, que por aquel entonces era un revolucionario formato de audio que permitía pasar canciones con un botón y del que se decía que sus discos jamás se rallaban (ilusos de nosotros). Ante el reto de comenzar a construir nuestra propia discoteca familiar, mi padre (lector habitual de este blog) me mandó al kiosko a comprar el primer fascículo de una jugosa enciclopedia de rock que no paraban de anunciar por la tele, y que inevitablemente venía con un cedé de regalo (la madre del cordero). Evidentemente había oferta de por medio. La primera entrega, 100 pesetas. Lo que los chavalillos de entonces conocíamos como 20 duros. Una moneda dorada que los que no crecimos con el €uro recordamos como un capital con el que se podían pagar desde polos marca lacoste hasta cenas de las de café, copa y puro. O veinte gominolas de duro.
Como era buen chaval, me presenté ipso facto en nuestro kiosko de confianza y volví felizmente a casa, fascículo en ristre. Como por aquel entonces vivía en una feliz burbuja de ignorancia, no me daba cuenta de la bomba de relojería que tenía entre las manos. De las nueve canciones que el compact de regalo compilaba recuerdo de memoria clásicos del calibre de Hey Joe de Jimi Hendrix, My Generation de los Who, Roadhouse Blues de los Doors, Sympathy for the devil de los Rolling, Money de Pink Floyd y, tal vez, una de Santana de cuando era bueno (¡todos juntos!). Yesterday era la última pista. Por desgracia, como casi todas las demás gangas que nos hemos encontrado en nuestras miserables vidas, la cosa tenía su truco. El cedé sonaba a lata. El término remasterización no era común, por aquel entonces, en los oscuros pasillos de las oficinas de las empresas de enciclopedias por fascículos. La calidad era similar a la de aquellos radiocassetes de plástico negro con micrófono incorporado, que de no estar enchufados funcionaban con ocho pilas de las grandes, en los que había que pulsar a la vez los botones de REC y PLAY para ejecutar el grabador. Además, la cinta original, imagino, sería obra de algún hippie drogado. Y eso en el mejor de los casos. Así que la alegría familiar no fue completa. Como muchísimas otras familias de la época jamás compramos el segundo fascículo de la gran enciclopedia del rock.
El desenlace supongo que ya lo imaginan. Un buen día decidí escuchar la canción nueve, la de los Beatles. Nunca volví a ser el mismo.
Yesterday se podría considerar, pese a quien pese, la canción más exitosa de los Beatles y, por extensión, de la historia musical contemporánea. Tresmil artistas de casi todos los estilos enumerables han versionado Yesterday desde su edición en 1965, el prestigioso libro Guiness de los records (lectura imprescindible del 2073) así lo certifica. La web songfacts, para más detalles, apunta que en cualquier momento del presente alguna versión de esta canción está siendo radiada en algún punto del planeta. Una teoría de dudosa utilidad y difícilmente contrastable (como otras tantas) que, en realidad, dice lo suficiente de esta canción como para comprender su trascendencia en la historia de la música contemporánea y la cultura popular. Sin embargo, la canción no fue editada como single en el Reino Unido. En EE UU, que para estas cosas como para casi todo son muy suyos, el single Yesterday, con Act Naturally en la cara B, fue publicado el 13 de septiembre de 1965 con el éxito imaginable. Este tema es el penúltimo corte de la cara B del LP Help! En el post que dedicamos a este álbum ya enumeramos alguna de las muchas virtudes de este hito.
En muchos sentidos Yesterday fue revolucionaria. Empezando por el hecho de que McCartney fue el único beatle en tomar parte en la grabación, acompañado por un cuarteto de cuerda. En directo, Paul solía interpretar esta delicada pieza también en solitario. Sin embargo, en la grabación incluida en la compilación que cambió mi vida los Beatles restantes acompañaban la voz de Paul, que cambiaba guitarra acústica por su mítico bajo. La primera vez que escuché la versión original me llevé una pequeña desilusión (ironías de la vida), pues no sonaba como ya había imaginado. Con el tiempo, creo que he aprendido a escucharla como se aprenden a disfrutar las cosas que uno ama.
Yesterday tiene una relevancia extrema en mi educación cultural, pues me abrió la puerta a muchos de los placeres de los que, muy de tarde en tarde, hablo en este foro. Tanto es así que se la podría considerar como el pilar maestra de ésta casa de sabiduría desordenada e inútil que es inter shitty 2073, enumeración de placeres mundanos referenciados y opiniones insensatas. Por eso creo que siempre será mi canción preferida de los Beatles. Y también por eso, la canción (cuya versión original pueden escuchar si pulsan al hipervínculo que comienza el texto) es la protagonista de este post centenario.
Como este blog no tiene ya ni identidad, ni regularidad, ni personalidad, ni cumpleaños, no se encuentran muchos motivos para las celebraciones internas. Sin embargo, no he querido dejar pasar esta eventualidad numérica y, de paso, aprovechar para agradecerles a ustedes, mis lectores (a los cuatro) por vuestro empeño en mantener vivo este blog. Como se suele decir, no diré nombres, que está feo, pero ustedes ya saben quienes son. Especialmente a todos los que completan mis cojos conocimientos con sus fieles y sabios comentarios. No hay jamones en el mundo para pagarles su contribución. Y también, a los amigos y familiares que hacen sus comentarios de espaldas a la galería (algunos muy jugosos) y que leen con cariño, pese a haber escuchado ya muchas de estas cantinelas en numerosas ocasiones. Ustedes le dan la vida a este rincón y por ustedes debería cumplir todas las cosas que me propongo o en las que pienso en mis muchos paseos en horario laboral.
Echándole estos días un vistazo al ayer de este blog, uno se da cuenta que al principio la cosa iba bien, que contaba con cierta proyección o progresión. Después del parón de seis o siete meses nada ha vuelto a ser igual. Pero, si me diera por escribir más posts, creo que este sitio no estaría ni tan mal. Ustedes que no desisten, en el fondo, hacen posible la supervivencia de este espacio (esperemos que en otras cien ediciones más, por lo menos, aunque eso nos lleve toda una década). Con un propósito de enmienda de por medio, que ya saben que en el fondo no cuesta nada, les dejo con este youtube de propina. La filmación en el Budokan japonés de la versión rareza de Yesterday incluida en la enciclopedia de los cojones. Puro 2073.
14.11.06
Winston aprende la lección (la venganza del día de las hogueras)
Cada 5 de noviembre los cielos a lo largo y ancho del Reino Unido se cubren del resplandor de los millones de fuegos artificiales que los lugareños llevan semanas acumulando en sus frigoríficos y de hogueras, diseñadas claro está bajos las normativas del Health and Safety. Pese a que las explosiones de colores de ese día no tengan ni punto de comparación con los happenings pirotécnicos del levante español, esa noche, solo unos días después de halloween, nativos y ajenos no pueden evitar pasar un rato contemplando el firmamamento iluminado a espasmos, como los latidos de un celeste corazón eléctrico. Los petardos y bombas sobrantes permanecerán en las neveras británicas hasta el día del veterano, tan solo unos días más tarde, el 11 de noviembre. Los resquicios servirán para alegrar las venideras noches de navidad y año nuevo. Ninguna de las celebraciones posteriores a la inicial, sin embargo, serán tan explosivas como la primera.
Los británicos (ademá de otros países miembros de la Commonwealth) celebran cada 5 de noviembre la noche de Guy Fawkes (también conocida como la noche de las hogueras). Guy Fawkes fue uno de los terroristas católicos que trataron de asesinar al rey Jaime I de Inglaterra, su familia y a la aristocracia protestante volando por los aires la casa de los lords, ubicada en aquel tiempo junto a las actuales casas del parlamento, precisamente el día de apertura del año político en
1605. Fawkes fue detenido el 5 de noviembre de aquel año, de ahí la celebración en esa fecha concreta. El plan, pensado por el líder católico Robert Catesby, fue descubierto y desmontado por las fuerzas del orden (después de los imaginables chivatazos, interrogatorios y severas torturas) evitando el regicidio, la masacre, la destrucción del edificio símbolo de la ley y el orden en Gran Bretaña y un más que posible cambio de rumbo de la historia de este estado contemporáneo y, por extensión, de la historia universal y del mundo presente tal y como hoy lo conocemos. Fawkes que era, según cuenta la leyenda, el encargado de apretar el botón rojo fue torturado durante días y sentenciado a morir colgado hasta la seminconsciencia para ser después descuartizado. Para bien o para mal, en el futuro se convertiría en una de las personalidades históricas británicas más recordadas de todos los tiempos. Tanto es así que las hogueras que se encienden cada 5 de noviembre en el british empire simulan la quema en la hoguera de esta controvertida personalidad (su espiritu, entendemos).
392 años después, el 5 de noviembre de 1997, sin embargo, la historia británica y mundial está a punto de cambiar, a punto de volar por los aires. Después de salvar a una joven prostituta primeriza llamada Evey, un enmascarado con aire fawkianos y de sobrenombre V, hace explotar las casas del parlamento que hoy conocemos, Big Ben incluido. Es una noche oscura y fría del Londres posterior a la guerra (III guerra mundial, si ustedes quieren). Inglaterra apesta, está podrida. Lo que la mayoría de británicos no pueden siquiera intuir es que esa explosión, maquillada por el gobierno como "explosión planificada", va a cambiar el pestilente olor a fascismo que flota en el ambiente por un delicado y picante aroma de pólvora anarquista. Esa noche del 5 de noviembre de 1997, según la realidad de V de Vendetta, en Londres tampoco faltarán los coloridos fuegos artificiales que provocarán, por cierto, una agradable y casi desconocida sensación de felicidad en la joven y desconcertada Evey.
"Mientras escribía esto tuve una idea para el héroe, que ahora podría encontrar un poco reiterativa. Pensé en porqué no lo retratábamos como un Guy Fawkes resucitado completamente, con una de esas máscaras de papel maché, una capa y un sombrero cónico. Tendría una pinta verdaderamente bizarra y daría a Guy Fawkes la imagen que se ha merecido todos estos años. No deberíamos quemar al tío cada 5 de noviembre, sino celebrar su intento de volar el parlamento". Afirma ese pedazo de friki que es Alan Moore, responsable de los guiones de los cómic books V de Vendetta, llevados mayormente a la viñeta por David Lloyd, coautor oficial de la obra. Podemos imaginar que mandar a tomar por el culo todo el parlamento es un peculiar homenaje a Fawkes por parte de V, el ultrasombrío heroe de esta no menos oscura obra. Un homenaje, parodia y advertencia.
Debajo de la máscara parece estar la respuesta a las incógnitas que la historia plantea al principio, pues parece haber un humano que piensa, sufre y ansia. Alguna persona de carne y hueso con el suficiente sentido común y amor por la vida y por el arte como para liderar un cambio en la historia, con todo el encanto clásico y teatral que todo evento similar requiere. Pero aunque en la persona detrás de V haya una identidad, alguien con un nombre y pasado, la respuesta a las preguntas no se encuentran en los entresijos personales del actor (de los cuales se dan, con cuentagotas, detalles a lo largo de la trama). Las respuestas están precisamente en la máscara, su sonrisa burlona y en el atuendo del lunático vengador. Ese 5 de noviembre Fawlkes va a pulsar el botón rojo. Ha resucitado y ahora es inmortal. Los planes van a salir bien y las cosas, ahora, van a cambiar. V, con sus fancy clothes y sus latinajos, es un concepto. El del superviviente. El del último hombre del planeta, la última mente libre. El último rastro de una humanidad que el superestado omnipresente está punto de mandar a un agujero negro. Ahora es único, pero hace años había cientos como él. V es también una idea. La idea que sobrevivió al cuerpo sin vida de Fawlkes. La idea que sobrevivirá hasta que muera la última persona con conocimiento de aquella historia. Y está a punto de hacer volar la Historia por los aires.
Por supuesto, todo este discursito de los cojones nos remite a la idea de distopía (término que desafortunadamente no está aceptado por la RAE. V de Vendetta es una especie de adaptación de esa obra maestra que es 1984 filtrada por la imaginación de los hijos del thatcherismo. De hecho, entre la lista de referencias que los creadores barajaron a la hora de plasmar en un cómic todas las ideas que flotaban en sus conversaciones, el primer nombre que se mencionó fue el del escritor inglés George Orwell. Ciertas ideas clave de 1984 permanecen en V de Vendetta, como el omnipresente Big Brother reconvertido ahora en The Fate, la voz del destino, que al igual que el primero controla todos los movimientos de la alienada masa. En la lista también se incluyeron otros nombres de autores y obras distópicamente imprescindibles como Huxley (véase Un Mundo Feliz) o Farenheit 451 (véase Ray Bradbury).
Como ya he comentado en alguna ocasión, el libro de Orwell es de lo mejor que un servidor ha leído y quizá por ello se echa de menos un poco más de la mala leche orwelliana, esa que no para de dar patadas en los cojones a protagonistas y lectores. Nunca he vuelto ha pasar tanto miedo leyendo un libro como pasé con 1984. Por eso uno se acuerda del Londres infernal, la policía del pensamiento, el partido y ese final de toda esperanza social.
Indudablemente en la obra que hoy reseñamos no faltan una nada despreciable galería de nuevos iconos distópicos como ese refugio antiaéreo del conocimiento, cultura y humanidad que es la galería de las sombras, escondrijo donde V teje sus planes. La celda número 5 o una autobiografía escrita en un trocito de papel higiénico son otros de estos iconos, pequeñas historias de supervivencia y lucha interna contra el todopoderoso superestado.
El oscurantismo argumental, un guión maravilloso y crítico y el colorido lúgubre de cada viñeta de cada página de esta colección de comic books reconvertidos en novela gráfica también me han hecho pasar mis momentos de acojone y angustia, todo sea dicho. Pero, por encima de todo, he disfrutado de la pareja protagonista. Como héroe, V tiene todo lo que se echa de menos en el Winston de 1984. Ese conocimiento de los factores, de las ramas de pensamiento y de las filosofías. Mientras Winston duda, V se sabe la justicia. Tiene la determinación, la sabiduría, las armas y el concepto del espectáculo histórico. Pero dejo ya de comparar. Mejor ustedes le dan una oportunidad si tienen la ocasión. Mientras tanto, yo haré lo propio con la película.
4.11.06
29.10.06
De viaje : Kazajstan meets the U.S.A
El personaje
El próximo 3 de noviembre se estrenará en el Reino Unido la película Borat: cultural learnings of America for make benefit glourious nation of Kazahkstan, el esperado film del personaje creado por el televisivo cómico británico Sacha Baron Cohen. A éste quizá le recuerden de otras películas como la infumable Ali G Indahouse, protagonizada por su (hasta ahora) personaje estrella. Borat toma el testigo del
éxito y polémica que ya envolvieron al entrañable Ali G, deslenguado e histriónico rapero con aires de cañí británico.
Ali G fue una de las estrellas catódicas más populares de la televisión británica, allá por los 90. El falso rapero (un nigger wanabe o toyaco en jerga rapera) conseguía, por medios desconocidos, entrevistas con personas "respetables" de la sociedad británica. Un tipo de ropas llamativas, colgantes de oro y con dudoso conocimiento de la gramática inglesa más básica se mofaba de curas, políticos o artistas demasiados desconcertados como para siquiera pensarse que aquello era una broma. Ali G combinaba el estilo de aquel primitivo Arangüena que desconocía todo de sus entrevistados, a los que solía preguntar por sus agrias polémicas con Iñaki Gabilondo, y las mejores preguntas-puñetazo con las que nos obsequiaban los domingos por la tarde los reporteros de Caiga Quien Caiga, comandados entonces por el hoy desmejorado Wyoming.
El resultado era una interesante bajada de bragas a la clase intelectual británica, incapaz de distinguir entre Baron Cohen y su ridículo alter ego. Durante sus buenos años, Ali G protagonizó entrevistas memorables, sacando muchas veces mucha más sinceridad al entrevistado de la que podría conseguir cualquier periodista al uso. El show continua hoy en día en Channel 4 sin el mismo encanto de antaño. El formato, pese a lo innovador, es evidentemente caduco. A día de hoy poca gente en el Reino Unido ya no sabe que Ali G es un tipo disfrazado.
Quizá por eso Cohen sacó a G de Berkshire y lo llevó a los EE UU durante un par de años. Quizá, también por aquello, fue dando más protagonismo en su carrera al periodista kazajo Borat, un diamante en bruto que ya aparecía en el show británico con su propia sección "Borat's guide to Britain", en la que se descojonaba de la Inglaterra más vetusta asistiendo a comidas con representantes de las "buenas maneras", a clubs de gentleman o a la exclusiva caza del zorro. Todo revestido con la imagen de colores de película porno que tendría la tele kazaja. Los resquicios victorianos de la Inglaterra profunda (altos estamentos religiosos incluidos) se evidenciaban a sí mismos y mostraban sin pudor sus ideas más cejijuntas, prejuicios y fanatismos. Borat nunca desaprovechaba una oportunidad para preguntar a un gentleman su opinión sobre la homosexualidad o para alabar la hombría del cazador, que se jacta de, efectivamente, disfrutar de la matanza.
En otro orden de cosas, conviene apuntar que Borat odia a los judíos, a los que responsabiliza del sufrimiento de su pueblo y de prácticamente todos los males de la actualidad. Es homófobo y desprecia a la mujer, a la que sitúa detrás de los perros y los caballos. Como un personaje de dibujos animados siempre viste la misma ropa, un traje que, por lo visto, nunca lava. Es grosero, indiscreto y zafio. Pero es periodista y procedente de Kazajstan. Le acompaña una cámara y no para de sonreir. Busca a Pamela Anderson por America y le apasiona Eddie Murphy (de él afirma que le gusta especialmente su piel de chocolate "¡Es inusual!"). Ustedes sé que también le darían una oportunidad.
Mockumentariamente
A parte de porque se ríe de la América de misa y pandereta, esta irreverente y polémica película llama la atención por aquello de pertenecer al selecto club del falso documental o mockumentary (yo también había oído hablar del término fake, no sé si erroneamente). Un género a reivindicar en estos días en que el género documental parece encontrarse en una segunda juventud. Uno, que a veces es un poco necio, todavía no entiende muy bien la diferencia entre el falso documental y el mondo, ustedes quizá pudieran explicármelo.
Sea como fuere, el falso documental cuenta con grandes exponentes, de los que me consta que ustedes conocen de sobra, como This is Spinal Tap, Zelig de Woody Allen o ese otro hito de la televisión británica llamado The Office (entre muchísimas otras referencias). Bajo la apariencia formal de los documentales (con sus artificios fímicos y bustos parlantes) estas películas o series, además de hacer reir, indagan, por así decirlo, en la percepción de la realidad a través de la pantalla, en la credibilidad del género documental (planificado para simular veracidad) y, sacando un poco de quicio el asunto, en la propia naturaleza del cine, que es un arte que muestra, ni más ni menos, retazos de realidad proyectados en una pantalla rectangular, previa edición, a 24 fotogramas por segundo.
Ali G, con su propio estilo mockumental, consiguió esas declaraciones que para sí quisieran muchos de esos mercaderes de la información que se hacen llamar periodistas serios. Esa es la virtud de Baron Cohen, un tio que se curra más sus personajes que los Morancos. Michael Moore se hizo pasar por miembro vitalicio de la NRA para entrevistar y poner en evidencia, de paso, al mismísimo Charlton Heston. Ya veremos como se las arregla este periodista de nación de nombre dificilmente pronunciable en la tierra de Moore.
Kazajstán
Con un poco de suerte, y sin haberme leído la entrada del wikipedia, creo que hubiera sido capaz de localizar este vasto país asiático en un mapa mudo. Kazajstán es una república ex sovética situada junto al mar Caspio. Pese a que cuente tan solo con quince millones de habitantes es el noveno país más grande del mundo en extensión. Su capital es Astaná y su todopoderoso presidente se llama Nursultan Nazarbayev. Su moneda es el Tenge y su religión mayoritaria es el islam, seguida de cerca por la iglesia ortodoxa rusa.
Kazajstán es un país desconocido, que no sale en los telediarios, que no da votos, ni dinero y que, por lo tanto, no importa. Nadie conoce una mierda sobre cultura kazaja. Nadie ha visto una película, ha escuchado una canción, conoce un escritor o ha oído mencionar, siquiera de refilón, algún deportista kazajo. Kazajstán es un país, que para lo que nos concierne, bien podría no existir. Millones de occidentales no notarían la diferencia. Los kazajos no son olvidados. Los kazajos no existen. Sin más. Si Zapatero coincide en el baño con Condoleezza Rice (la señora arroz, chiste fácil) al día siguiente habrá noticia de portada en todos los periódicos. Si, por los avatares de la vida política, le tocara reunirse con Nazarbayev les aseguro que no nos enteraríamos.
Gracias a Borat, Kazajstán es un país que está saliendo del armario. La prensa británica, al menos, no se pierde ni una aparición mediática de Erlan Idrissov, embajador de la gloriosa nación asiática en Londres que lleva un par de años embarcado en una curiosa cruzada anti Borat. Hace poco llegó a incluso escribir un extenso ensayo para el diario The Guardian reincidiendo en el tema. El gobierno de Kazajstán ha dado la espalda a uno de sus periodistas más renombrados. En el filme, sin embargo, en la foto que pueden ver encima de estas líneas los prebostes del gobierno kazajo dan su beneplácito al periodista para llevar a cabo su viaje documental. Pero la realidad es mucho más agria.
Al principio el gobierno de Kazajstán arrebató la extensión .kz que Borat usaba en su web oficial. Luego afirmaron que Cohen seguía "alguna orden política diseñada para presentar a Kazajstán y a su gente de manera degradatoria". La relación entre este impresentable embajador de la cultura kazaja y su gobierno ha sido tensa en todo momento. Pero la película ha abierto la caja de Pandora. Se podría decir que los mayores esfuerzos diplomáticos del ministerio kazajo de exteriores en estos momentos tienen que ver con el caso Borat. Sin embargo, Dariga Nazarbayev, la mismísima hija del caudillo de aquel país tan renombrado ya, salió en defensa del cómico. Como si el sentido común hubiera decidido hablar por ella sentenció que "la página de Borat daña menos la imagen de nuestro país que su cerrazón (...) Pienso que no deberíamos tener miedo del humor y no tendríamos por qué controlarlo todo". Quizá los habitantes de aquel país debieran sentarse a ver la película y descojonarse de que seamos tan estúpidos y nos creamos tan inteligentes.
USA
La elección de que Borat fuera de gira por la América de los yuesei era de cajón de madera de pino. Pues, ustedes ya habrán oído los rumores, el estadounidense medio lo desconoce todo, o casi todo. Porque Baron Cohen se convierte en un periodista extranjero, finge un acento y nadie va a dudar de sus genuinos orígenes ex soviéticos, como los caraconos que se hacían pasar por franceses. USA es un terreno propicio para la cosecha de ilimitadas cumbres del humor según el estilo Cohen. Con él consigue sacar el fervor antisemita de un tejano defensor de los métodos de Hitler (el humorista que encarna a este peculiar periodista es judío, como se puede deducir por su apellido) o se las arregla para que la Comisión de Tráfico de la ciudad de Oklahoma permanezca un minuto y medio en silencio por el 14 aniversario de una batalla inventada entre su pueblo y los uzbekos y que, en el mismo acto retransmitido por la televisión local, le dejen dar un discurso de 17 minutos. Por lo visto, alguna vez también ha tenido que salir por patas con todo el equipo acuestas porque algunos anormales querían correr al extranjero a gorrazos. El puto Cohen se juega el tipo. Aunque todo parezca importarle una mierda.
No sé en que condiciones llegará la película a España. Tuvo un pase en el festival de Sitges del que absence (al cual le felicitamos desde el 2073 por el anuncio de que va a volver a ser padre) dio cuenta en su blog. Este post lo dejo en plan review, porque todavía no la he visto. Si ustedes tienen la oportunidad y se ven con ganas de pasar una tarde agradable y divertida no la dejen pasar. Por si acaso.
Si tienen tiempo también pueden degustar los cuatro primeros minutos de la película en los que presenta a su familia en unas escenas rodadas en Rumanía, que a efectos prácticos es otra Kazajstán. También se han ido colgando videos diarios en esta web oficiosa de Borat durante los treinta días previos al estreno de la película. Allí también encontrarán todas las transcripciones en inglés de cada uno de sus reportajes.