!DOCTYPE html PUBLIC "-//W3C//DTD XHTML 1.0 Strict//EN" "http://www.w3.org/TR/xhtml1/DTD/xhtml1-strict.dtd"> inter shitty 2073: Armas de seguridad masivas

inter shitty 2073

El blog las verdades relativas, las reflexiones estúpidas y las referencias idiotas. Donde las cosas se aprenden desordenadamente.

18.7.05

Armas de seguridad masivas



La fiebre de la seguridad llega a Europa. Habría que comentar mucho al respecto, supongo. Pero no seré yo el que entre en disquisiciones relativas a sobre terrorismo, democracia, bla bla bla... Para eso ya tenemos a todos estos energúmenos, tertulianos radiofónicos, que se suman, sin pudor, al carro de los bienpensantes demócratas liberales que aseguran sentirse más seguros en sus paseos por la ciudad si se ven rodeados de patrullas policiales. "Nadie está a salvo de la desgracia terrorista", afirma uno de ellos. Seguramente tenga razón. Ni siquiera los policías lo están. Por muy policías que sean, que yo sepa, no están hechos de ningún material resistente a las bombas.

El caso es que la opinión pública (esa de la que tan a la ligera dan cuenta los medios de comunicación) se muestra dispuesta a perder parte de sus derechos con tal de sentirse más segura en sus casas. Ya sabéis, a nadie le importa que escuchen y archiven nuestras conversaciones de móvil con tal de aplacar la rabia terrorista. Eso por lo menos opina la gente de la calle que podemos ver en los telediarios. Yo no es que dude de la eficacia de este método, a priori. Aunque no creo que el que alguien conserve durante un año todas las conversaciones que tengo con mi madre me vaya a garantizar mayor nivel de seguridad ante el problema terrorista...

Mientras, en Irak, el otro día, un suicida asesinaba a un montón de críos (32, más otro puñado de heridos también jóvenes y un soldado estadounidense) que estaban degustando los caramelos que les ofrecían unos soldados yanquis. ¿Se les puede quitar a la población iraquí algún derecho civil más después de embarcarles en una guerra absurda? ¿Hablan también por teléfono móvil los suicidas iraquíes? ¿Hay cobertura entre explosión y explosión?



Un colega me regaló las pasadas navidades el fantástico comic-book "Adictos a la guerra" de Joel Andreas. Hay vida inteligente en USA más allá de Michael Moore. Este libro, al menos, lo corrobora. Todo comienza un viernes por la tarde en una familia estadounidense de clase media. Mamá se dá cuenta de la cantidad de dinero que el estado se queda de su nómina. Pero eso no es todo, esa misma tarde el crío viene del cole con una circular: "Hace falta dinero para comprar papel higiénico". Además de tener que gastar dinero en los carísimos libros, el colegio continuamente abrasa a los tutores pidiéndoles participación para comprar el material escolar más básico. La pregunta es obvia. ¿Por qué coño el cole de mi hijo no tiene dinero para comprar papel del culo si el gobierno sustrae casi la mitad de mi nómina para invertirlo, supuestamente, en cosas tan básicas como sanidad o educación? Pues bien, primera dosis de realidad: el gobierno de los Estados Unidos de Norteamérica gasta el 51% del Presupuesto Discreccional Federa en Defensa; todo lo demás recibe el 49 % (incluida la educación, que recibe el 7 % del total).

Hace tiempo un columnista, cuyo nombre no recuerdo, hacía una brillante conclusión relacionada con datos similares a los comentados. Partiendo de que el estado autoriza o desautoriza a los ciudadanos a hacer tal y cual cosa, podríamos afirmar que la relación entre el primero y los segundos tiene ciertos tintes paternofiliales. El estado invierte en escuelas, hospitales o armas para garantizarnos educación, sanidad o seguridad (asumiendo esa falsa y retorcida lógica que relaciona seguridad con pistolas). Pues bien, qué clase de padres seríamos si invirtiéramos poco más de la mitad de nuestro sueldo bruto en comprar armas para defender a nuestros hijos y sólo gastáramos un 7 % de aquel en lo referente a su educación.

"Adictos a la guerra" deslumbra por la clarividencia con que expone cuestiones que se le escapan a los medios de comunicación oficiales a la hora de diseccionar temas como el terrorismo o la guerra. Este fantástico libro es, en primera instancia, un fantástico manual de historia con mayúsculas de la política bélica estadounidense. Además, trata de responder cuestiones tan primordiales como quién se beneficia de la guerra; quiénes nos ponen realmente en peligro; qué papel juegan los medios de comunicación; quiénes son los que mueren; quiénes pagan las consecuencias con su seguridad, su salud y su dinero; y qué se puede hacer al respecto.

Para alguien que nunca ha estado en el país más rico y poderoso (perdonen la perogrullada) de la Tierra, lo que más sorprende es que quede gente por allí que, todavía, se acuerde de cómo funcionan las hemerotecas. Joel Andreas demuestra que no hace falta devanarse la cabeza para elaborar teorías sesudas que refuercen los motivos de los que piden la paz. EE UU utiliza la guerra como un negocio, como un arma para extender su espectro de poder. Y eso no le crea una muy buena imagen en el exterior. Tal vez lo que más me alucina de todo es que Bush siga ganando y que, en esta parte del planeta, nos animemos a seguir la estela de los cowboys. A lo mejor es que soy un ingenuo de los cojones.

El libro está editado por Astiberri y yo que vosotros no me lo perdería. Puedes leerlo un millón de veces consecutivas y no dejar de rasgarte las vestiduras. No me sentía así desde que ví "Johny cogió su fusil". Por momentos no sabes si todo lo que lees es una broma pesada (atentos a las declaraciones de altos cargos militares y políticos estadounidenses). Utilizarlo como antídoto para toda esta fiebre mongolizante que saca conclusiones tan estúpidas como con las que empezábamos este post. Joel Andreas lo explica así en el prólogo: "Espero que este libro incite a la reflexión y el debate sobre el militarismo, y que anime a la acción positiva para cambiar el rumbo que hemos tomado".

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