!DOCTYPE html PUBLIC "-//W3C//DTD XHTML 1.0 Strict//EN" "http://www.w3.org/TR/xhtml1/DTD/xhtml1-strict.dtd"> inter shitty 2073: diciembre 2006

inter shitty 2073

El blog las verdades relativas, las reflexiones estúpidas y las referencias idiotas. Donde las cosas se aprenden desordenadamente.

12.12.06

Pequeñas y grandes muertes de la historia de la música IV


Víctor Jara (1932 - 1973)

Los que nacímos en las últimas décadas del pasado siglo seguramente conocimos de la figura de este cantautor chileno a través de las batallitas y cintas de cassete de nuestros padres. Mi buen amigo Kulebras, con el que compartí hogar cinco años de mi vida, nos solía contar en las sobremesas de nuestras opíparas cenas universitarias como su madre le cantaba una canción de Jara, cuyo título no recuerdo, antes de irse a la cama, siendo él todavía un cachorrillo. Aunque ni mi familia ni yo hemos sido grandes amantes de la música de Jara, personalmente siempre me incliné más por Paco Ibáñez o Silvio Rodríguez, nunca olvidaré la primera vez que oí de la boca de perrolutxo senior la terrible historia de la muerte de esta víctima del odio, la ignorancia, el fanatismo, la ignominia, la desvergüenza... el fascismo.

El 12 de septiembre de 1973, Víctor Jara fue detenido junto a cientos de profesores y estudiantes de izquierdas en la Universidad Técnica de Santiago de Chile, donde había permanecido durante aquel fatídico 11 de septiembre del golpe militar. Cuando se le condujo, manos en nuca, al próximo Estadio de Chile, hoy Estadio Víctor Jara, el presidente Allende ya había muerto en el Palacio de la Moneda y los militares, apoyados por los Nixon y Kissinger que aquel momento gobernaban Estados Unidos, ya controlaban el país.

Miles de personas fueron salvajemente torturadas y asesinadas durante días en el palacio deportivo de la capital chilena. Víctor Jara, como personaje público fuertemente vinculado al gobierno derrocado y miembro del Partido Comunista, recibió un castigo ejemplar a base de palizas y vejaciones, tanto físicas como psíquicas. Antes de ser acribillado a balazos el 15 de septiembre, los militares tuvieron tiempo para ensañarse con su condición de músico. Mi padre me contó que le cortaron las manos (literalmente) y le invitaron a tocar una guitarra, aunque también se especuló con que le habían arrancado las uñas. La versión "oficial" señala que, en realidad, los militares rompieron los huesos de sus manos. Sea como fuere, el cantautor hizo lo propio y desafiante entonó una de sus muchas canciones revolucionarias, conocedor seguramente de su trágico destino.

Al día siguiente el cuerpo destrozado y sin vida de Víctor Jara fue abandonado en uno de los suburbios del Santiago ensangrentado.

Él fue solo una de las muchas almas que se llevaría la sangrienta y terrible operación Cóndor, puesta en marcha desde Washington. Esta pequeña pero gran muerte de la historia de la música requerida por la actualidad es un pequeño homenaje a los muertos del terror de aquel "otro" 11 de septiembre. A todos aquellos que los señores de negro quisieron relegar al olvido. Los mismos a los que Jara mentaba en el último poema que tuvo la oportunidad de escribir en el estadio que hoy lleva su nombre.

Somos cinco mil aquí.
En esta pequeña parte de la ciudad.
Somos cinco mil.
¿Cuántos somos en total
en las ciudades y en todo el país?
Somos aquí diez mil manos
que siembran y hacen andar las fábricas.

¡Cuánta humanidad
con hambre, frío, pánico, dolor,
presión moral, terror y locura!

Seis de los nuestros se perdieron
en el espacio de las estrellas.

Un muerto, un golpeado como jamás creí
se podría golpear a un ser humano.
Los otros cuatro quisieron quitarse todos los temores,
uno saltando al vacío,
otro golpeándose la cabeza contra el muro,
pero todos con la mirada fija de la muerte.

¡Qué espanto causa el rostro del fascismo!
Llevan a cabo sus planes con precisión artera
sin importarles nada.
La sangre para ellos son medallas.
La matanza es acto de heroísmo.
¿Es éste el mundo que creaste, Dios mío?
¿Para esto tus siete días de asombro y trabajo?
En estas cuatro murallas sólo existe un número que no progresa.
Que lentamente querrá la muerte.

Pero de pronto me golpea la consciencia
y veo esta marea sin latido
y veo el pulso de las máquinas
y los militares mostrando su rostro de matrona lleno de dulzura.
¿Y Méjico, Cuba, y el mundo?
¡Qué griten esta ignominia!
Somos diez mil manos que no producen.

¿Cuántos somos en toda la patria?
La sangre del Compañero Presidente
golpea más fuerte que bombas y metrallas.
Así golpeará nuestro puño nuevamente.

Canto, que mal me sales
cuando tengo que cantar espanto.
Espanto como el que vivo,
como el que muero, espanto.
De verme entre tantos y tantos m
omentos del infinito
en que el silencio y el grito
son las metas de este canto.
Lo que nunca vi,
lo que he sentido y lo que siento
hará brotar el momento....

Con la piel de gallina y otro mordisco más en mi renqueante estómago les dejo con este precioso post que Mycroft ha publicado al hilo de las circunstancias históricas que hoy vivimos y con esta fantástica editorial del boletín oficial del estado.

9.12.06

Pequeñas y grandes muertes de la historia de la música III

La famosa (y morbosa) foto que corona este post es el macabro documento que recoge el primer encuentro entre víctima y verdugo. A la izquierda de la imagen la celebrity, John Lennon, carismático músico inglés miembro en su día de los Beatles, firma una copia de su último disco Double Fantasy al fan desenfocado en segundo plano, Mark David Chapman, que contempla la caligrafía del rockero con sonrisa de cerdo. Son aproximadamente las cinco de la tarde del 8 de septiembre de 1980. John acaba de salir de su lujoso apartamento en el edificio Dakota, en Nueva York, camino del estudio de grabación.

La escena no es nueva. Pura rutina para una estrella de rock. Nada especial que apunte a que esta foto, tomada por un fan que pasaba por allí, vaya a ser, al día siguiente, portada de periódicos y publicaciones en todo el mundo. Una de las imágenes de la historia del rock, de la música... o de la historia contemporánea a secas.

Unas seis horas más tarde el perturbado con cara de puerco al que Lennon ha firmado un disco continúa escondido entre las sombras. La limusina del músico se detiene a unos metros de la puerta del Dakota. Yoko Ono pasa primero por la puerta de entrada del edificio, custodiada por el inevitable portero con bigote, gafas y sombrero. El músico, unos metros atrás, escucha su apellido en tono militar, "Mr. Lennon". El fan, colmado de paciencia y sangre fría, descarga a quemarropa el cargador de su revolver del calibre 38. Ante el estruendo, los pájaros huyen asustados de las cómodas ramas del cercano Central Park. John Lennon ha recibido cuatro disparos, uno de ellos mortal de necesidad en la vena aorta.

Antes de desplomarse al suelo, Lennon es capaz de dar unos pasos y espetar "Me han disparado" al portero de gafas, gorra y bigote. Chapman, consciente de su acto pero completamente tranquilo, se queda en las inmediaciones del Dakota, donde no tardará en ser detenido. Después de haber tirado el arma la policía cita como efectos personales una copia de El Guardian entre el centeno, que por lo visto estuvo releyendo antes y después de la fatídica hora, y 10 cintas de los Beatles. El portero pregunta a Chapman "¿Sabes lo que acabas de hacer?" Chapman responde sin titubeos "acabo de matar a John Lennon".

Los oficiales de la policía de Nueva York Bill Gamble y Jim Moran colocan el cuerpo de Lennon, todavía consciente, en la parte trasera de su vehículo. En el trayecto al Hospital Roosvelt, Moran pregunta a Lennon "¿Sabes quién eres?" John sólo podrá responder con balbuceos. Minutos más tarde, perderá para siempre la consciencia. Aproximadamente a las 23:35 será declarado muerto a la entrada del hospital. John había perdido el 80 por ciento de su masa sanguínea. El médico de guardia afirmó que nada se podría haber hecho para evitar la muerte.

El disco que Lennon firmaba cuando se tomó la primera foto, por cierto, es el vinilo más caro del mundo. En una subasta en Nueva York en 2003 se pagó más medio l millón de dólares por él. La historia también forma parte del capitalismo.


John Lennon (1940 - 1980)

más pequeñas y grandes muertes de la historia de la música aquí y aquí

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aproximadamente a esta hora hace 26 años...


De todos los youtubes que rescatan los informativos que narraron la muerte de John Lennon, de la que entre hoy y mañana se cumplen ya 26 años, he elegido éste, con un poco de trampa, pues en realidad, las imágenes datan del día después al asesinato. Éste es un comentario sensato en plena resaca informativa.

Sintiéndolo en el alma por todos los lectores que no pillen el inglés, no estoy por la labor de traducir las palabras de Bill Bonds, ni la voz en off que repasa la controvertida figura del músic inglés. Sin embargo, no puedo evitar recoger parte del commentary que Bonds le dedica a todo un ídolo de esta casa.

Después de confesarse deprimido y triste con la noticia y hacer la típica alabanza a la figura del músico (o entertainer) desaparecido, Bonds se refiere al asesino de John como un insignificante don nadie que arrastraba su locura y una pistola y que acabó con la vida de un hombre de 40 años, "cuando la vida realmente comienza" apunta Billy. Pero la madre del cordero viene solo un poco después: "Me pregunto cuándo América decidirá tomar control de las armas; cuántos de nosotros tenemos que morir asesinados antes de que eso ocurra. John Lennon, John Kennedy, Bob Kennedy, Martin Luther King (...) Periódicos, críticos, gente de todo el mundo pone su mirada hoy en América, para descubrir un lugar loco, brutal y bárbaro (...) Las armas son un signo de nuestra libertad, y tal vez un día, cada uno de nosotros tedrá una. Quizá ese día nos podamos ver tan bárbaros como nos debe estar viendo el resto del mundo. Tenemos tanto... ¿Para qué necesitaremos las malditas armas?"

Pese a que el discurso de marras tenga su punto ingénuo, yanqui y, por tanto, un poco demagógico, me quedé como dios cuando descubrí este documento. Puro Bowling for Columbine veinte años atrás. Por eso he estado esperando desde entonces para compartirlo con ustedes. Además, nunca había pensado que parte de la culpa de la muerte de Lennon fuera la mismísima política estadounidense y su cejijuntismo. Y yo pensando que la culpa de todo la tenía su viuda...

Si les pica la curiosidad también pueden echar un vistazo a las noticias de aquel 9 de diciembre de 1980 en las cadenas ABC (muy, muy bueno), WBBM y BBC.

3.12.06

Aperitivos mediáticos: ¿cuál es la parte más fea de tu cuerpo?

Mientras doy puerta a un post mediático y de actualidad que llevo rumiando toda una semana (y que, por tanto, me tiene hasta los cojones), ponganse cómodos y canten conmigo esta canción de The Mothers of Invention, un tema de 1968 que siempre me trae a la memoria a nuestro líder mundial preferido.

... what's the ugliest part of your body?


some say your nose...


some say your toes...


but I think it's your mind...


your mind, I think it's your mind

Porque la realidad siempre supera la ficción (perrolutxo dixit)

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