Hace poco uno más de una semana me enteré, gracias a este estupedo
post cortesía de
Mycroft, de la triste desaparición de
Billy Preston, mítico teclista que repartió su magia con grandes bandas como
Beatles o
Rolling Stones. Todo un shock, después de la cantidad de muertes de personalidades ilustres de la música que hemos sufrido en el último mes y pico (ver más abajo).
Billy Preston es, personalmente, la más dolorosa de todas las últimas. Pues su nombre siempre aparecerá ligado a grandes eventos de los que ya hemos dado cuenta cierta ligazón sentimental por aquí, como el último concierto de los Beatles en la mítica azotea. Y, en fin, el single
Get Back, que llegó al número uno, fue firmado, casi como excepción de lujo, como los Beatles y Billy Preston. Si alguna vez tienen la oportunidad de visionar el film
Let it be, podrán disfrutar de los dedos mágicos de esta figura, a parte de otras discusiones que no vienen al caso.
Billy nos dejó después de padecer durante años una dolencia riñonal. Murió a causa de estas y otras complicaciones el 6 de junio en Arizona. Llevaba unos seis meses en coma. Tenía sólo 59 años.
Como siempre gusta hacer historia, he pensado recopilar en un par de post, a modo de humilde homenaje y con bastante calzador, una serie de recordatorios de algunas de las grandes y pequeñas figuras de la música que tuvieron la desgracia de dejarnos antes de tiempo.
En muchos casos, la mala vida ha relacionado la música contemporánea con la muerte prematura. En otros, la mala fortuna de un accidente, a lo
James Dean, es la causa de una desparición inesperada. En casi todos, las causas y circunstancias de las muertes de alguna de estas figuras musicales están envueltas en algún tipo de misterio, de los que crean leyendas a través de las décadas sin que jamás se llegue a saber lo que en realidad sucedió.
La selección es simbólica, entre las fuentes de información que me he ido encontrando por la redacción. Ustedes, como siempre, deberán completar y matizar. Ahí va, pues, esta primera entrega, con los seis primeros músicos de nuestra lista.
Chet Baker (1929 - 1988) Este famoso trompetista es un ejemplo más de la clásica muerte en extrañas circunstancias. Después de una oscura época final en la que se dice que Chet llegó a consumir hasta diez gramos diarios de cocaína y otros tantos de heroína, el músico falleció trágicamente al caer de la ventana de un hotel de Amsterdam, seguramente bajo los efectos de alguna sustancia dopante. A día de hoy no se sabe si se defenestró por decisión propia o fue arrojado por alguien. Por si visitan esa viciosa ciudad, sepan que hay una placa conmemorativa en el hotel donde Chet pasó los últimos años de su vida. Si no tienen tiempo para viajar, el documental Let´s get lost, dirigido por Bruce Weber, narra la historia de los últimos días del jazzman. Lo dejo sin más como apunte, pues no he tenido la suerte de poder ver esa cinta.
Billie Holliday (1915 - 1959) Después de una infancia de penurias y sufrimiento, Billie se consagró como una de las voces más míticas de la época dorada del jazz. En su vida privada, en cambio, se la recordará por sus problemas con el alcohol y la heroína, adicciones que le llevarían a pasar alguna temporada en la sombra. Murió de cirrosis a los 44 años. Tenía 70 centavos en su cuenta corriente y 750 dólares atados a su pierna. Algo característico, parece ser, del adicto terminal de una sustancia, demasiado ido para estar pendiente de lo único que necesita para conseguir su siguiente dosis, el maldito dinero, por lo que inventa trucos para no perderlo. Y también de alguien que durante años convivió con la escasez más pertinaz y que siempre temió volver a ser pobre de solemnidad, como diría aquel.
Charlie Parker (1920 - 1955) Al igual que a Holliday, a Parker le pasaron factura su gusto compulsivo por la heroína, el alcohol, la comida y el sexo. Murió, literalmente, de risa. Echo una autentica piltrafa, eso sí. Mientras veía la televisión en casa de su benefactora, la baronesa Pannonica de Koenigswarter, una carcajada le provocó un colapso e infarto. El medico que le examinó calculó que el cuerpo, ya sin vida, se correspondía al de una persona de más de 50 años. Si echan las cuentas según las cifras de su nacimiento y muerte que siguen a las de su nombre, verán que, en realidad, falleció a la temprana edad de 35 años. Al día siguiete las calles rezaban la consigna "Bird lives". Bird era su apodo, abraviatura de Yardbird, su primer mote.
Buddy Holly (1936 - 1959) El gafapastoso líder del mítico grupo de rock norteamericano The Crickets murió en un accidente de avión junto a The Big Bopper y Ritchie Valens a la tempranísima edad de 23 años. Fue una de las muertes más lloradas de la historia del rock por su imagen pública de chico majo e inocente. Para la historia de la cultura popular quedarán homenajes a su figura como la canción de Don McLean, American Pie. "The day the music die", cantabla el amigo McLean.
Graham Bond (1937 - 1974)
Líder de la banda de rhythm & blues, The Graham Bond Organisation, se lanzó al metro en la londinense estación de Finsbury Park. Después de un relevante historial de abuso de diferentes sustancias, Bond se sumió en una depresión tras la ruptura de su banda en 1967. Sus repentinos y bruscos cambios de humor, conducta errática y episodios maníacos, unidos a la mentada depresión, le llevaron a esa terrible decisión.
Roy Buchanan (1939 - 1988):
Este mítico guitarrista blues también engrosa las listas de muertes polémicas del mundo de la música. Después de muchos años marcados por los arrebatos etílicos, Buchanan puso fin a su vida ahorcado en una celda en Reston, Virginia. Había sido detenido después de que una disputa doméstica en la que su señora acabó llamando a la policía. Algunos de sus amigos se enfrentaron a su familia a cuenta de la verdadera causa de su muerte. Oficialmente, Roy Buchanan se suicidó.