La tienda de la esquina
Dicen que lo mejor se ha de dejar para el final. Es por ello que en esta revisión smithiana empezamos por el final, para acabar hoy con el principio de toda esta historia. Para terminar este monográfico nos hemos guardado en la manga el as de corazones de la filmografía de Kevin Smith. Su opera prima, Clerks, que es la obra que recoge de la forma más fresca sus constantes fílmicas. Clerks es el patrón, el pilar maestro de su universo pop. Pese a que por aquí se afirmó que Persiguiendo a Amy era la mejor peli de la filmografía de Smith, ésta seguramente es la más redonda de todas, la más lograda. Para el que esto escribe, sin duda, su favorita.
En la tierra de las oportunidades y de las películas de 1000 millones de dólares de presupuesto, Smith rodó una hilarante comedia en elegante blanco y negro con la modesta suma de 27.000 dólares (parte de la cual salió de la venta de parte de su colección de comics). Durante los 21 días que duró el rodaje el director trabajaba por la mañana, por la tarde dormía y por la noche rodaba. Y todo lo hacía en el mismo sitio, en Quick Stop Groceries, la tienda donde él era el desmotivado clerk. En un encomiable ejercicio de economía de medios, valiéndose del desparpajo y frescura de actores no profesionales (la mayoría amiguetes o familiares) y de un fantástico guión, perfectamente entrelazado y plagado de conversaciones llenas de referencias a su mundo personal de cultura pop, Smith pergeñó una de las más altas cumbres del cine independiente de los 90.
Clerks es un día en la vida de Dante y Randall, ellos son los clerks del título, los dependientes; el primero de una tienducha y el segundo del videoclub anexo a la misma. Y un día de sus vidas es como cualquier otro, pura rutina clerk. Clientes insoportables, bizarros, exigentes, charlatanes o directamente estúpidos. Horas de trabajo basadas en el aburrimiento, el hastío y la desmotivación. Reponer, etiquetar, atender, dar el cambio y vigilar a los chorizos. Aunque, por supuesto, ese día en Quick Stop Groceries no será como el resto.
Dante, quizá el protagonista más carismático de cualquier película smith, se despierta ese día con una llamada de su jefe. Ese es su día libre y tiene que ir a trabajar. La vida de este perdedor, que odia su trabajo pero no hace nada para ponerle remedio, pasará delante de sus ojos ese maldito día de trabajo inesperado. Primero, su novia Verónica le revela el número exacto de chicos con los que ha practicado el sexo oral, cosa que a ese maldito diablo cejijunto no le hace mucha gracia. Más tarde, se enterará de que su ex novia Caitlin, la cual le rompió el corazón y le puso más cuernos que al venao de la puta canción del verano, se va a casar. Si la primera noticia le enoja, la segunda le destroza.
Por otro lado está Randall, despreocupado y cáustico, un hijo de puta integral con los clientes del videoclub, a los que odia. Interpretado por Jeff Anderson, un colega del instituto del señor Smith, Randall es el prototipo perfecto del secundario gracioso mejor amigo del protagonista para el que Smith reserva las mejores líneas de sus películas. A diferencia de su colega, Randall odia su trabajo pero acepta su condición de clerk. No muestra ningún respeto ni profesionalidad en su trabajo, pero tampoco se queja. Sin más se limita a dejarse llevar en el rutinario día a día viendo porno, revisionando y revisionando la trilogía original de la Guerra de las Galaxias y gastando putadas los clientes del videoclub. Además es el mejor amigo de Dante, al que escucha, aconseja, reprende, contradice y desespera.
De puertas para dentro están pues Dante, Randall y sus odiados clientes, siempre dispuestos a dar el coñazo y conseguir amortizar hasta el último centavo de dólar. De puertas para fuera, y con el mismo horario, conviven toda la caterva de vagos y traficantes de la ciudad de Nueva Jersey, incluidos los más primitivos Jay y Bob el Silencioso. Y ese es el universo clerk. La tienda y sus alrededores. Un mundo en el que vagamente existe la idea del más allá. Donde los días se repiten y las conversaciones son el único soporte anímico para los protagonistas. Porque como en toda buena película de Aske View se habla, habla y habla.
Porque ya hemos dicho unas líneas más arriba que el guión es una pequeña muestra de saber hacer. La carencia de dinero y de color se sustituyen en Clerks con conversaciones llenas de soltura. La película es un conjunto de situaciones y de diálogos que tejen esta diminuta, bella y sardónica historia acerca de lo que es ser dependiente de una tienda de ultramarinos a los 23 años sin esperar mucho más de la vida o del futuro. Smith, a través de sus enloquecidos diálogos toma el pulso del tiempo narrativo y lleva al espectador a donde quiere. A ese mundo tan suyo lleno de jóvenes destalentados y delenguados. Ese mundo al que él pertenecía y pertenece. Porque, al fin y al cabo, nadie se debería extrañar que el director se haya convertido en el tipo de personaje lineal y carente de ambición que lleva más de una década retratando en sus película. Él siempre ha sido así. Desgraciadamente el tiempo, que dicen que pone a cada uno en su lugar, le ha ido quitando esa chispa que tenía a los veintitantos. Y aunque esta película en concreto resista los achaques del tiempo y se conserve casi tan sabrosa y fresca como el primer día, sus ideas se han ido quedando obsoletas.
Por lo demás, Clerks, ya saben, tiene y habla de todo. Y cuidado los que no la hayan visto por si en este párrafo les desvelo alguna sorpresa. Tiene un poco de reflexión; habla de la vida y de la muerte, del ser o no ser, del amor, los celos, el sexo, la infidelidad y novias que te llevan lasagna al trabajo. También mucha revisión fílmica, con teorías sobre el sexo entre hermafroditas o de los trabajadores autónomos de la estrella de la muerte de El Retorno del Jedi. Y, sobre todo, es una película donde para regocijo del espectador se putea hasta el extremo a su protagonista, culpable a su manera de su mezquina existencia. Y el pobre Dante, ya saben, ni siquiera debería de haber ido a trabajar.
Por si hubiera alguna duda después de esta apasionada reseña, Clerks queda catalogada como imprescindible de inter shitty 2073. Es por eso que en estas últimas fechas se ha monografiado a la figura de Kevin Smith. Su secuela ya lleva varias semanas en cartelera, muchos de ustedes ya la habrán visto. Un servidor todavía no, pero después de esta sobredosis ya estoy preparado. Así que, literalmente, me voy a verla esta misma noche. Los que consideramos como obra maestra a esta joya nos será difícil aceptar la idea de que, ya coloreados, Randall y Dante se hayan hecho mayores sin haber crecido un ápice mentalmente. De todas formas, compraré mi entrada, me sentaré en la butaca y trataré de disfrutar y de reir a carcajada suelta de sus nuevas andanzas esperando ver enmendada ese quiero y no puedo en el que se ha convertido la carrera de este director del que, a principios de los 90, tanto se esperaba.
2 Comments:
Lo que me gusta de Clerks es que demuestra que no hacen falta grandes sumas de dinero para hacer cine, y hacerlo más o menos bien. No seré un fan Smithsoniano, pero al César lo que es del césar...
Estupenda monografía.
En mi modestísima opinión personal, como cinéfilo profano que soy, al que hasta hace bien poco el interés por el séptimo arte se encontraba en un coma similar al interés musical que desarrolla una mente dedicada a los 40 o la MTV, que jamás escuche, Clerks es una de esas películas que te desvelan otros registros y formas de hacer cine.
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