!DOCTYPE html PUBLIC "-//W3C//DTD XHTML 1.0 Strict//EN" "http://www.w3.org/TR/xhtml1/DTD/xhtml1-strict.dtd"> inter shitty 2073: Magia catódica (la lógica la dejamos para otro día)

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El blog las verdades relativas, las reflexiones estúpidas y las referencias idiotas. Donde las cosas se aprenden desordenadamente.

4.8.05

Magia catódica (la lógica la dejamos para otro día)




Hoy he visto a Tamariz en Lo + Plus. Y como cada vez que le veo asomarse por la pantalla he vuelto a creer en las bondades de ese denostado invento, la tele. Me ha alegrado la sobremesa. El café con hielo me ha sentado magníficamente y me he puesto a escribir este post a cerca de lo catódico y lo mágico.

El televisor es un invento mágico. No a estas alturas. Ahora no apreciamos la magia de los avances tecnológicos como antes. Tenemos teléfonos móviles con cámara digital incluida, radio, agenda, mp3... Podemos escribir un pequeño texto y publicarlo ipso facto para que lo lean a través de sus ordenadores millones de personas. Pero el televisor, en su día, fue tan sorprendente, increíble, como lo podía ser ver a un tipo encadenado lanzarse al lado Michigan en pleno invierno, metido en una caja fuerte y salir a los varios días ileso.

El aparato televisor tenía tanto de mágico que cambió de raíz los comportamientos sociales de la familia occidental. Imágenes en movimiento y sonido sincronizados. ¿Quién ha vendido su alma al diablo para conseguir este milagro?

Ahora está todo visto en la caja tonta, se han televisado hasta las guerras. Quizá por ello el invento ha perdido mucho de innovador. Lo natural es tener una tele en casa. Sentarse a verla después de cenar. Crear una jerarquía familiar para con el control remoto del aparato. Programar noches según la programación. Mítica pregunta entre hermanos: "¿Qué ponen hoy en la tele?" La televisión se ha vuelto tan cotidiana como la cafetera (el que os habla prescindiría más fácilmente de la caja tonta que del primer café de la mañana). Y lo cotidiano ya no es mágico. La televisión, como invento, pasó de la magia a la hipnosis. Y todo porque parece real.

Y no estoy contando nada nuevo. The Simpsons nos ha enseñado mucho a cerca de la familia media y su relación con el medio. De la constante presencia del antaño mágico invento en la vida del ciudadano occidental. De lo natural y automático de sentarse en el sofá, cerveza en mano, y dar vueltas por parrillas configuradas por programadores sin imaginación ni corazón.



















Jamás sobreactua

Pero, a veces, aparece el bueno de Tamariz con sus pelos imposibles y esa sonrisa que jamás pasó por el ortodoncista. Qué feo es el cabrón, pero qué bueno. Saca las cuatro cartas azules y acaba saliendo de su manga hasta una botella de whisky escocés, física o impresa en el naipe. Y después de habérnosla dado con queso saca de su funda virtual su imaginario violín ("Chananaaaaahh!!!") y nos recuerda que todo lo que aparece en la pantalla es mentira, menos mal.

Mi amigo Vinilobartolo, que estudió magia y que también es fan de Tamariz, me estuvo explicando que la magia más difícil es la que se hace en televisión. Porque el ojo humano es fácilmente manipulable ("Mira un elefante rosa volvando", y todos miran; hora de darles el palo). Pero a quien es imposible de engañar es al frío ojo mecánico de la cámara. No hay nada más difícil que hacer magia en un plano fijo y con gente detrás. No hay manera de apartar las miradas de los telespectadores de la baraja. Por eso Tamariz es bueno. Porque nos miente en la puta cara. Se descojona de nosotros en nuestras narices. Si él quisiera veríamos un Stradivarius al final de cada truco y creeríamos oír una melodía de Bach. ¡Y él estaría tocando el puto aire!

Ahora ya no se sabe si la magia es ilusionismo o masoquismo. Antes, con Houdini, el ilusionismo conllevaba masoquismo. Ahora los dos términos se confunden. Seguramente se acuerden de aquel tipo que pasó nosecuántos días en una vitrina junto al río Támesis. Salió hasta en el telediario. Tamariz, sin embargo, gana mucha menos pasta, no sale en los telediarios, pero sería capaz de levanta estadios enteros con cuatro cartas ¡Con cuatro putas cartas! Eso es economía de medios, amigos. Porque es el espectador el que las tiene que pasar putas. No el mago. El mago, también, pero el espectador más. La gente quiere quedarse con la boca abierta y pensar "¿Cómo coño lo ha hecho?"













Por si fuera poco escribe libros. Todo un hombre del Renacimiento.

La magia es mentira. Lo sabemos. El mejor mago es el que mejor miente. La magia es lo imposible y por eso es sorprendente, por eso es magia. Pero nos engañamos y participamos de las locuras del ilusionista. Y nos creemos que los polvos que se guardaba en el bolsillo tienen algo de sobrenatural. Tamariz lleva dándome el palo desde bien pequeñito. Desde aquellas mañanas de Cola Cao, magdalenas y Cajón Desastre. Cada vez que sale por la tele disfruto como entonces y vuelvo a creer en la magia del invento. Es uno de mis personajes catódicos favoritos. Al fin y al cabo todos mienten en la tele. Los que a lo largo del día pasan por la pantalla no tienen el detalle de hacer ese pacto de caballeros entre mago y espectador. "Hola, salgo por la tele y soy mentira. Tengo un día de mierda, pero me pagan por sonreír. Ni siquiera creo en lo que digo. Mis diálogos me los escribe un guionista palurdo, estoy maquillado para ocultar las imperfecciones de mi rostro y soy mucho más bajito de lo que aparento".

En el futuro de Farenheit 451, de Ray Bradbury, la televisión es una especie de habitación y los que aparecen son figuras tridimensionales. Tan reales que podrían ser tu familia. Podrías convivir con ellas. Convives con ellas, de hecho. La televisión se aprovecha de que utiliza la realidad para simular verosimilitud. Para resultar sincera. Por eso la gente cree lo que dice.

Nuestro amigo, sin embargo, es un tipo honesto. "Hola, me llamo Tamariz, soy mago y he venido a engañarte. Y encima te lo voy a hacer en tu puta cara, sin cortar ni una sola vez el plano.". Encima es gracioso, el muy cabrón. Así es él: entretenido, feo, temerario y honesto. Como los magos suelen ser, como la televisión debería ser. ¡Gracias, compadre!

2 Comments:

At 10:08 p. m., Anonymous Anónimo said...

Leí hace tiempo una noticia sobre los resultados de una encuesta. La pregunta era qué palabra definiría el siglo XX. La mayoría contestó Televisión.

Por cierto, tu blog mola.

 
At 6:39 p. m., Blogger lutxo said...

Es la palabra, dr.benway. Ahora la historia se escribe en los telediarios. Hasta en los de antena 3!!!

Muchas gracias, por cierto.

 

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