Días de cine y globalización en Bilbao
¿Ven esa foto de ahí arriba? Está tomada en la calle General Concha en Bilbao, en el céntrico barrio de Indautxu. El agujero que pueden apreciar antes era un cine. Aunque La noticia no es nueva. Los cines Ideales cerraron en junio de este año, cuando este blog todavía no había dado sus primeros pasos. Fue de un día para otro. Un día desaparecieron los carteles que anunciaban las películas en cada una de las ocho salas, otro día vallaron el edificio y ahora ni siquiera existe. Cosas de la economía, supongo, de eso que llaman globalización o algo así.
Durante tres años viví al lado de estos cines. De hecho, durante dos años podía ver las colas que se formaban los fines de semana desde el balconcito de mi habitación. Qué tiempos... Uno no se da cuenta del papel que desempeñan en las ciudades todos los sitios que solías frecuentar. En los Ideales vi películas que me gustaron mucho, que ahora recuerde están Ciudad de Dios, 24 Hour Party People, Camino a la Perdición, Mistyc River, Olvídate de mí, El hombre que nunca estuvo allí... También vi muchos bodrios. Alguna bastante mala de superhéroes, otras decepcionantes, las del día del espectador sin nada mejor que hacer, esas que eliges un minuto antes de que dé comienzo la proyección...
Ir a una sala de cine tiene mucho de mágico, por mucho que esto suene a tópico. Te sientas en esas incómodas butacas a oscuras, rodeado de extraños con los que durante una hora y pico vas a compartir una película. Las pantallas son grandes, el sonido retumba en las paredes y todo eso. Los cinéfilos me entenderán. Pero además, recuerdo los Ideales como parte del barrio donde viví tres años. Había unos soportales en la salida de las salas donde jugaban los niños al balón y la gente se resguardaba los días de lluvia. Como si de una película se tratara.
Hace unos meses el lehendakari se dio un garbeo por Bilbao para inaugurar un centro comercial ubicado frente a la ría, entre el Guggenheim y el Eukalduna, con parada de tranvía en la mismísima puerta y todo. Cuatro o cinco plantas llenas de franquicias de ropa, comida y, lo han adivinado, unos lujosos cines de doce enormes salas que ocupan toda la última planta. Justo bajo estos cines, en el mismo centro comercial, se sitúa el primer restaurante McDonald de la capital vizcaína. Antes Bilbao no tenía esta hamburguesería. Había varias en centros comerciales próximos, pero ninguna en la ciudad. Ahora los chavales van a merendar allí por las tardes y luego hacen sus compras, van al cine y vuelven a casa. Bienvenidos mallrats bilbaínos.
Los cines de ese centro comercial también son una franquicia típica de estos nuevos centros de ocio y consumo. Un McDonald del séptimo arte que vive del cine basura, los grandes estrenos, el Hollywood de las revistas de papel cuché... Desde que Zubiarte, el centro comerciales en cuestión, abrió sus puertas, los cines Ideales apenas sobrevivieron cinco meses. No sé si existe una relación directa, pero yo lo he querido ver así.
No quiero, con esto, hacer una reivindicación al uso, meterme en las fandangosas aguas del problema de la globalización o hacer un análisis político al uso. Podrían haber cerrado mil tiendas de ropa por culpa del dichoso centro comercial y yo no me habría dado cuenta. Pero los cines Ideales formaron parte de mi vida cotidiana en Bilbao. En sus salas estuve con algunos amigos, muchas veces solo, otras muy bien acompañado, riendo, aburrido, emocionado... Alguna vez incluso me quedé dormido. Todas esas cosas pasan en los cines.
Me detuve mil veces a ver la cartelera, me senté en los soportales alguna mañana de las que bajaba a comprar el periódico. Suena sentimentaloide, pero bueno, es la sensación que me provoca pensar en aquellos tiempos; ahora que las butacas, las pantallas, las cintas, los posters y todo lo que conformaba aquel cine se ha convertido, ya ven, en un agujero. La verdad es que eran unos cines incómodos, donde muchas veces se relegaban películas buenísimas a salas diminutas. Alguna vez recuerdo, incluso, proyecciones defectuosas en las que se podían apreciar los micrófonos sobre las cabezas de los protagonistas... Muchos de los empleados eran antipáticos y el suelo muchas veces estaba pegajoso porque a alguien se le había caído el refresco y nadie lo había recogido... Eran unos cines con personalidad, qué hostias. Y daban personalidad a muchas cosas que me gustaban de Bilbao, Indautxu...
Les dejo con una foto que encontré hace tiempo. Esos son los cines. Gracias a la tecnología de las cámaras digitales sé que la foto está sacada en febrero de 2003, un sábado. No sé porqué me dio por sacar la foto pero ahora me alegro de haberlo hecho. En realidad, está desenfocada y, de existir hoy día ese edificio, sería irrelevante. Pero, ya ven, hoy es casi un documento. Algún día aparecerá en un museo, quizá en el Guggenheim. "Fíjense...", explicará una guía bastante guapa y pertinentemente uniformada, "aquí pueden contemplar unas salas de cine en el barrio de Indautxu. Antaño se podían encontrar cines en esquinas remotas. La gente acudía para ver películas ex profeso. Luego se marchaban a casa sin comer una hamburguesa, ni comprar una falda nueva". Seguro que ustedes también pueden oir el "ohhhhh" de asombro de los visitantes del museo. En fin, me jode que sea así. Pero en un futuro no muy lejano todos daremos la razón a Parada y diremos "qué bonitos eran aquellos cines de barrio", lo que son las cosas.
Como pueden apreciar las perspectivas son totalmente inversas, pero creo que se pueden hacer una idea de la irreparable pérdida. El edificio rosa de la derecha también formaba parte del cine. Los famosos soportales. Si tienen tiempo pinchen sobre la foto y fíjense en ese rótulo esculpido en la piedra de la fachada "Ideal Cinema"... Eran otros tiempos.
8 Comments:
Eso es el progreso amigo, el maldito progreso.
Usted lo ha dicho, doc... el maldito progreso...
Joder Luisillo, vaya recuerdos que me has traído a la memoria con lo de los Ideales. Yo nunca viví cerca de estos cines, pero fui bastante a ellos y pasé ratos curiosos. El más bizarro fue cuando una pareja se puso a fornicar en medio de una proyección a la que asistía yo solo, aparte de ellos. Lo más friki es que recuerdo el día, fue el 19 de diciembre de 2003, con las navidades encima y esos truhanes copulando como conejos.
Recuerdo también algunas diminutas salas, en especial la sala 8, que eran tres o cuatro filas y que tenías que sentarte en la última para ver la pantalla. Además de que el sonido era infecto y se oía más el ruido del proyector. Sin embargo, me invade la nostalgia, pues estos cines fueron los primeros que visité en Bilbao (verano de 2000), para ver la peli de South Park, que en Santander no la ponían.
En fin dejemos aquí esta patente de nostalgia y frikismo y hagamos un minuto de silencio in memoriam. Vivan los ideales.
PD: Un saludo Luis, mu bueno el blog, de veras.
BACO
Eres tú Oh Baco, primo, cinéfago de cinéfagos..? no sé cuando ha dejado el comentario, pero solo a usted le podía pasar una cosa tan frikis en los jodidos ideales. Gran anécdota, sin duda... Lo del ruido del proyector es, por desgracia para los que frecuentábamos aquellas salas, rigurosamente cierto.
Un abrazo grande... por cierto, quién es luis? guau!!
Aqui pase los mejores momentos de mi infancia, en los que nos atiborrabamos de las palomitas rojas que vendian enfrente y veiamos las absurdas peliculas ochenteras que ahora nos hacen llorar no solo de nostalgia. Lugar donde vi Cazafantasmas (1 y 2), Las Tortugas Ninja o Cocodrilo Dandiee, donde me cole por primera vez en una cola, donde espere horas a coger una entrada, donde vi todas las evoluciones que iba sufriendo la sala y sus alrededores, en fin toda una vida. Aún recuerdo cuando las entradas se cogian en un lateral y... (sigue)
...cuando la entrada costaba 375 ptas y cuando la entrada costaba 3.75 €, ahora no quiero ni saberlo. Cuando por cien duros podias ir al cine y comer muchas muchas palomitas (apunte abuelo cebolleta). En fin, una parte de mi tambien se vino abajo el pasado junio, menos mal que la politica de precios y de entrada de comida hizo que me desilusionara mucho el cine, el mulo....lo mato.
Sus vivencias son más válidas que cualquiera de mis recomendaciones, tretolari. Aunque comprendo su descontento con la política de precios, siempre recordaré los ideales como los cines más baratos. Con el carnet de estudiante 3.80 europeos de lunes a jueves. En los Mikeldis no es tan barato ni el día del espectador. En los Multis tal vez sí... Pero bueno. Los ideales eran muy míticos. Están capando Bilbao. Todos nos sentímos algo capados el pasado mes de junio...
Por si interesa la otra cara de Bilbao
www.elciudadanocabreao.blogspot.com
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